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Me han tratado la ciática y no mejoro, ¿y si el problema es el músculo piramidal?

Muchas personas reciben el diagnóstico de “ciática” cuando presentan dolor en la nalga y parte posterior de la pierna. Y no es raro que, tras semanas o incluso meses de tratamiento con antiinflamatorios, ejercicios o fisioterapia clásica, sigan exactamente igual o incluso peor. Si este es tu caso, es posible que la causa real de tu dolor no esté en la columna, sino en un músculo profundo de la pelvis: el piramidal.

Este artículo está dedicado a ayudarte a comprender si tu dolor realmente viene de una ciática lumbar o si se trata de un síndrome piramidal mal diagnosticado. Veremos cómo se diferencia, por qué pasa desapercibido y cómo puedes resolverlo de raíz desde el enfoque del Fiit Concept.

¿Qué es exactamente el síndrome piramidal?

El síndrome piramidal es una patología musculoesquelética en la que el músculo piramidal (o piriforme), situado profundamente en el glúteo, se contractura, se inflama o se irrita, comprimiendo el nervio ciático que pasa por debajo (o en algunos casos, a través) de él.

Esta compresión genera un cuadro de dolor muy similar al de la ciática tradicional:

  • Dolor punzante en la nalga que puede irradiar a la pierna.
  • Sensación de presión o quemazón al estar sentado.
  • Hormigueo o adormecimiento en la parte posterior del muslo.

Y es aquí donde empieza el problema: al compartir síntomas con la ciática lumbar, muchas veces se diagnostica mal, y el tratamiento se enfoca en la columna cuando el problema está en la musculatura profunda de la pelvis.

¿Cómo saber si mi dolor no mejora porque no es una ciática verdadera?

Hay varias señales que pueden indicar que estás recibiendo el tratamiento incorrecto:

  1. Has hecho resonancias y no aparece ninguna hernia significativa o protrusión que justifique tu dolor.
  2. Los tratamientos aplicados sobre la columna no funcionan: fisioterapia lumbar, manipulaciones, incluso infiltraciones.
  3. El dolor se agrava cuando estás sentado y mejora al caminar.
  4. La presión sobre la nalga o ciertos estiramientos reproducen el dolor con más precisión que cualquier movimiento de la espalda.
  5. Te han tratado la zona lumbar durante semanas o meses sin resultados reales.

Si te sientes identificado con estos puntos, es muy probable que tu dolor no venga de la columna sino del músculo piramidal. Y cuanto antes se redireccione el tratamiento, mejor será tu evolución.

¿Por qué se contractura el músculo piramidal si no he tenido ninguna lesión?

Esta es una pregunta clave, y es precisamente donde el enfoque del Fiit Concept marca una diferencia fundamental: el músculo piramidal no se contractura por azar, ni necesariamente por esfuerzo físico, sino como expresión de un desequilibrio más amplio, que puede tener causas viscerales, emocionales o posturales.

Disfunciones viscerales

Desde la fisioterapia integrativa sabemos que órganos como el intestino grueso, la próstata o el útero pueden generar reflejos musculares pélvicos cuando no funcionan correctamente.

Por ejemplo:

  • En mujeres, el útero puede reflejar contracturas en el piramidal en casos de dismenorrea, endometriosis, o tras conflictos emocionales relacionados con la maternidad, sexualidad o pareja.
  • En hombres, la próstata inflamada o congestionada genera tensiones en la musculatura perineal y glútea.
  • Un colon inflamado, con gases, disbiosis o estreñimiento, también puede estar enviando señales reflejas al músculo piramidal, provocando su rigidez y contractura.

Este tipo de relaciones viscerales no se ven en las pruebas médicas convencionales, pero se manifiestan claramente en los síntomas clínicos.

Carga emocional acumulada

El cuerpo expresa lo que no puede ser procesado mental ni emocionalmente. Cuando no se canalizan adecuadamente las emociones como la rabia, la frustración, el miedo o la impotencia, estas se “almacenan” en zonas específicas del cuerpo. Una de las más comunes es la pelvis.

Las personas que sufren de síndrome piramidal no diagnosticado suelen tener un perfil emocional marcado por:

  • Alta autoexigencia.
  • Tensión interna no expresada.
  • Sentido de responsabilidad excesivo.
  • Dificultad para reconocer sus propias necesidades emocionales.

Este patrón, cuando se mantiene en el tiempo, afecta al sistema nervioso autónomo y somatiza en el territorio pélvico, generando disfunciones musculares que pueden perpetuar el dolor.

Sedentarismo y postura

Estar muchas horas sentado, especialmente si la postura no es ergonómica, genera una presión constante sobre el músculo piramidal. Esto puede ir acortando el músculo hasta que finalmente se inflama y comprime el nervio ciático.

No se necesita una lesión concreta para que esto ocurra: simplemente una rutina diaria de sedentarismo prolongado es suficiente.

¿Por qué el tratamiento convencional no mejora este problema?

Porque el enfoque habitual está centrado en la columna vertebral y no tiene en cuenta la posibilidad de que el dolor ciático no venga de una hernia o pinzamiento, sino de una contractura muscular periférica.

Los tratamientos convencionales suelen incluir:

  • Antiiflamatorios o relajantes musculares.
  • Fisioterapia centrada en la zona lumbar.
  • Infiltraciones en la columna.
  • Reposo y estiramientos genéricos.

Si el problema está en el piramidal y no en la columna, estos tratamientos no harán más que frustrarte, ya que el foco del abordaje está mal orientado desde el inicio.

¿Cómo se trata correctamente el síndrome piramidal desde el enfoque integrativo?

En Fiit Concept trabajamos con una visión completa del problema. No solo se trata de relajar un músculo, sino de entender por qué ese músculo se ha contracturado. El tratamiento se estructura en distintos ejes:

1. Diagnóstico funcional y emocional

El primer paso es analizar en profundidad el origen visceral o emocional del dolor. ¿Hay un intestino sobrecargado? ¿Un conflicto no resuelto con la pareja? ¿Rabia contenida que no encuentra salida?

Esta exploración inicial es fundamental para dar sentido al dolor y empezar a liberar la tensión desde el interior.

2. Cambios alimentarios específicos

En caso de implicación del colon o del aparato urogenital, se proponen cambios en la dieta que reduzcan la inflamación y liberen la víscera implicada. Esto puede incluir:

  • Dieta antiinflamatoria.
  • Eliminación de alimentos irritantes (lácteos, gluten, azúcares).
  • Uso de fitoterapia adaptada al caso (como diente de león, fumaria, pasiflora o espino blanco).

3. Liberación postural y movimiento consciente

Se enseña al paciente a reconocer qué posturas le perjudican, cómo movilizar suavemente la pelvis, cómo estirar el músculo piramidal de forma segura y cómo reforzar la musculatura glútea para evitar futuras sobrecargas.

Este trabajo corporal se hace con consciencia, no como una rutina genérica, sino como un proceso de conexión con el cuerpo y sus señales.

4. Manejo del estrés y la sobrecarga interna

El tratamiento incluye herramientas para gestionar el estrés, identificar las fuentes internas de tensión y empezar a liberar emocionalmente el cuerpo. Muchas veces, simplemente tomar conciencia de lo que uno está cargando ya inicia el proceso de mejoría.

Si llevas semanas o meses tratando una “ciática” que no mejora, y los exámenes médicos no muestran ninguna causa clara, es momento de replantear el enfoque. Tal vez el origen de tu dolor no está en la columna, sino en el músculo piramidal, y lo que necesitas no es más fisioterapia lumbar, sino una mirada más global y humana.

El dolor es una llamada de atención del cuerpo. No se trata de silenciarlo, sino de escucharlo con profundidad. Desde Fiit Concept, te invitamos a ir más allá del síntoma y descubrir qué parte de ti está pidiendo ser atendida a través de nuestro Programa para el Tratamiento del Síndrome Piramidal, haz clic aquí para obtener más información.

Mayo 26, 2025

Mayo 26, 2025

Iñigo Junquera