Diagnóstico del síndrome piramidal: ¿Por qué es difícil de detectar y cómo lograrlo?
El síndrome piramidal es una patología que no aparece en radiografías ni resonancias, y por eso muchas veces se diagnostica tarde o de forma incorrecta. A diferencia de otras dolencias musculoesqueléticas, su diagnóstico es puramente clínico, lo que significa que depende de una buena evaluación física, un interrogatorio detallado y la capacidad del profesional de reconocer patrones característicos.
El principal desafío es que los síntomas se parecen mucho a los de una ciática lumbar, por lo que muchas personas pasan por múltiples estudios sin encontrar lesiones aparentes. Si el dolor comienza en el glúteo, se irradia hacia la pierna y se agrava al sentarse, cruzar las piernas o subir escaleras, debe considerarse esta posibilidad.
La clave está en la experiencia clínica, en saber realizar las pruebas funcionales adecuadas y en observar cómo reacciona el cuerpo al movimiento, al estiramiento y a la presión localizada. Un diagnóstico correcto no solo evita tratamientos ineficaces, sino que abre la puerta a una recuperación real y específica.

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Pruebas clínicas para el síndrome piramidal: lo que realmente importa en consulta
En la evaluación clínica, el profesional realiza una serie de pruebas ortopédicas que provocan o alivian el dolor para identificar al músculo piriforme como origen del problema. Algunas de las más comunes son:
- Test de Freiberg: rotación interna pasiva de cadera, que reproduce el dolor.
- Test de Pace y Nagle: resistencia a la abducción con caderas en flexión, que activa el piriforme.
- Palpación del glúteo profundo: se busca un punto específico de dolor en el recorrido del músculo.
- Estiramiento del piriforme: si provoca dolor irradiado o sensación de ciática, es una señal clara.
Estas pruebas, combinadas con la exploración de la pelvis, la columna lumbar y la mecánica de la marcha, permiten identificar si realmente el músculo está implicado. No se trata solo de encontrar el dolor, sino de entender por qué está allí y cómo se comporta en movimiento. Un buen diagnóstico funcional es más útil que cualquier imagen.
¿Es necesario hacer una resonancia o radiografía para detectar el síndrome piramidal?
En la mayoría de los casos, las pruebas de imagen no son necesarias para diagnosticar el síndrome piramidal. Las radiografías o resonancias se utilizan solo si hay sospecha de lesiones estructurales más graves (hernia discal, fractura, tumor, etc.), o si los síntomas no mejoran tras un tratamiento adecuado.
En el síndrome piramidal, el músculo piriforme no aparece claramente en estas imágenes, y su tensión o rigidez no se puede visualizar con nitidez. Una resonancia puede ser útil para descartar otras causas de ciática o identificar anomalías anatómicas poco comunes, como un trayecto atípico del nervio ciático. Pero no debe ser la primera herramienta.
Lo más valioso es una buena exploración clínica funcional. De hecho, muchas personas tienen resonancias normales y aún así sufren este síndrome. Es importante no depender exclusivamente de los estudios para confirmar lo que el cuerpo ya está diciendo.
¿Cómo distinguir el síndrome piramidal de una ciática o hernia discal?
Diferenciar el síndrome piramidal de otras patologías como la ciática lumbar, la disfunción sacroilíaca o la tendinopatía de glúteo medio es fundamental para aplicar el tratamiento correcto.
En el síndrome piramidal:
- El dolor se localiza profundamente en el glúteo y puede irradiarse sin afectar la zona lumbar.
- No hay pérdida de fuerza ni reflejos, como en una ciática verdadera.
- El dolor aumenta al estar sentado, al cruzar las piernas o al presionar sobre el músculo.
En cambio, una hernia discal suele provocar dolor lumbar irradiado, alteraciones neurológicas y un patrón más constante, no tan postural.
La disfunción sacroilíaca genera dolor más localizado cerca del sacro o la cadera.
Saber reconocer estos matices evita confusiones y tratamientos equivocados. Por eso es clave que el diagnóstico lo realice alguien con experiencia en dolor musculoesquelético y que observe el cuerpo como un todo.
El rol del diagnóstico funcional en el síndrome piramidal: mucho más que identificar el músculo
No basta con saber que el músculo piriforme está causando dolor. Lo importante es entender por qué. El diagnóstico funcional analiza cómo se mueve el cuerpo, cómo está posicionada la pelvis, qué músculos están trabajando de más o de menos, y cómo responde la respiración y el sistema nervioso al movimiento.
Muchas veces, el piriforme se tensa como consecuencia de otras disfunciones: una mala pisada, un bloqueo sacroilíaco, un abdomen débil o incluso una alteración visceral que afecta el equilibrio corporal.
Por eso, un tratamiento real debe comenzar por un diagnóstico completo, no solo por etiquetar el músculo afectado. Observar al cuerpo en movimiento, evaluar su simetría, su estabilidad, su tono muscular y su respuesta al esfuerzo es lo que permite resolver el problema de fondo. Solo así se puede evitar que este dolor vuelva una y otra vez.


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